15 consejos tradicionales de jardinería que conviene preservar

Los mejores consejos y trucos de los abuelos para el trabajo de jardinería. Mucha de esa sabiduría tradicional que se fue transmitiendo de generación en generación está hoy prácticamente extinta. Hoy muy pocos saben, por ejemplo, lo útil que puede ser el bicarbonato de sodio para las tareas de jardinería.  

La experiencia es un tesoro invaluable: tus abuelos lo sabían y por eso se encargaron de preservar ciertos conocimientos a lo largo de siglos. En esa época no se utilizaban químicos. En su lugar, las personas probaban con diferentes artículos del hogar que hoy en día, poco a poco, vuelven a llamar nuestra atención. Eso que para nuestros abuelos era conocimiento probado, puede hoy también serte útil para tu jardín. 

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¿Cuáles son los antiguos secretos de la jardinería que practicaban los abuelos? Aquí te dejamos 15 trucos que deberíamos preservar para generaciones futuras: 

1. Plantas medicinales en el jardín

Las plantas con propiedades curativas fueron durante mucho tiempo absolutamente necesarias para la supervivencia. Por eso siempre se encontraban en todos los jardines. El conocimiento sobre sus efectos fue pasando a través de generaciones por años y años. Un té de manzanilla o de menta es de gran ayuda, por ejemplo, contra los dolores de estómago; la salvia alivia los dolores de garganta y las flores de árnica ayudan contra las contusiones y hematomas. 

2. Prestar atención a las semillas

La mayoría de las semillas de los abuelos provenían de sus propios jardines. En primavera, antes de la siembra, siempre probaban la capacidad de germinación de las semillas. Incluso en la siembra de papas se procuraba ayudar: una semana antes de plantarlas en el cantero, las patatas de siembra se mojaban con el fin de que produjesen ya pequeñas raíces que ayudaran a su crecimiento.  

3. Evitar los herbicidas químicos

Los químicos no tenían lugar en el jardín de los abuelos. Por eso evitaban a toda costa los herbicidas. En  cambio, se encargaban de eliminar las hierbas indeseadas manualmente. Puede sonar dificultoso -y probablemente lo sea-, pero también era muy efectivo. Otro consejo de los abuelos contra las hierbas silvestres: algunas plantas rastreras, como por ejemplo las capuchinas, las mantienen bien a raya y además son lindas, se pueden comer y tienen un sabor delicioso. 

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4. El truco del caracol

Hoy en día se gasta muchísima energía en deshacerse de los caracoles. Se colocan productos para alejarlos, trampas o incluso vallas eléctricas alrededor del huerto. En los viejos tiempos, en cambio, simplemente se iban eliminando uno por uno, colocando, por ejemplo, una tabla de madera húmeda como refugio al costado del cantero. 

5. Fertilizante natural

Reutilizar en lugar de tirar: ese era el lema de los abuelos y servía también para el jardín. Y es que entre los deshechos del hogar hay muchos fertilizantes extraordinarios para el jardín: los restos del café, las hojas de té o cenizas de madera funcionan excelentemente bien como abono. Puedes utilizarlos directamente en el cantero o ponerlos antes en un compost. También el estiércol de gallina es un fertilizante extraordinario que mejora la calidad de las flores y las frutas. 

6. Cuidar las plantas

Como antes no existían productos contra las plagas, uno tenía que arreglárselas con lo que tenía. El abono hecho de mezcla de ortigas o colas de caballo era una de las soluciones preferidas entre los jardineros para proteger las plantas contra los insectos indeseados. Una mezcla de 100 gramos de sal y 5 litros de agua (o también leche fresca diluida) ayuda por ejemplo contra el mildiu. 

7. Conocimientos sobre la asociación de cultivos

Además de los conocimientos acerca de las plantas medicinales, también era muy importante conocer bien acerca de la plantación conjunta de distintos cultivos -conocida como la asociación de cultivos- y también sobre cuáles eran las formas de rotarlos. Para muchas familias, la supervivencia dependía de los productos del jardín: una buena cosecha era algo de vida o muerte. Por eso era necesario saber qué plantas crecen mejor junto a otras y cuáles es mejor mantener separadas. 

Prized green beans

8. Plantar en los bordes del cantero

Con el fin de procurar tener una buena variedad en el jardín, los abuelos plantaban también en los bordes del cantero, buscando así atraer a pequeños invitados útiles como las mariposas  y las abejas.  

9. Hacer caso al calendario de cultivo

Nuestros abuelos se orientaban constantemente por el calendario de cultivo según reglas que acumulaban siglos de conocimiento sobre la naturaleza. Incluso aunque hoy en día muchas indicaciones ya no aplican, todavía hay muchas verdades escondidas en esos calendarios. 

10. No cortar pasto mojado

El pasto no debe ser cortado cuando está húmedo. Por un lado, el corte no te quedará bien; por el otro, el pasto quedará pegado en la podadora. Mejor es siempre esperar a que la lluvia ya se haya secado. Si por algún motivo no puedes esperar y necesitas cortar el pasto aunque todavía esté mojado, lo mejor es entonces pasar un poco de aceite sobre las hojas de la podadora para evitar que el pasto quede pegado luego del corte. 

11. Palos para repicado

Los palos para repicado (procedimiento también conocido como "aclareo": es decir, separar y trasplantar las plantas pequeñas) eran enormemente importantes para los jardineros de la época de nuestros abuelos. En algunas casas incluso, es posible hallar todavía toda una variedad de palos para repicado de diferentes tamaños para diferentes plantas. 

Gardening with Grandpa

12. Sembrar con el salero

Las semillas deben ser distribuidas de manera uniforme a lo largo de todo el cantero. Para evitar que se genere demasiada densidad en la siembra, los abuelos fabricaban "saleros" con latas, abriéndoles pequeños agujeros en la parte inferior. Si las semillas son finas, alcanzará con que utilices un salero común y corriente para esparcirlas en tu huerta. 

13. Plantar en los canteros

Para evitar los vientos del este hacia el oeste, las huertas y los canteros deberán estar colocados en posición norte-sur. Para que las filas en el cantero estuvieran todas en la misma posición, los jardineros solían utilizar un cordón que colocaban en los extremos de la huerta y les servía como orientación. Para una distancia correcta de las plantas, solían colocar también pequeños nudos a lo largo del cordón con los que marcaban los lugares donde plantaban. 

14. No deshacerse de la planta de frijoles (judías)

Después de la cosecha es recomendable no deshacerse inmediatamente de la planta de frijoles y esperar mejor a la primavera. ¿El motivo? Los frijoles producen en sus raíces bacterias que aportan nitrógeno al suelo y que es muy beneficioso para plantas como la lechuga.  

15. La policía del jardín

Con su gran apetito por diferentes tipos de parásitos, las mariquitas (también conocidas en algunos países como Vaquitas de San Antonio o chinitas) son una gran ayuda para el jardín. Claro, eso ya lo sabían los abuelos. Esta pequeña "policía del jardín" era considerada incluso como la "Mensajera de la Virgen María" que protegía a la humanidad de los peligros de las brujas y las desgracias. Eso sí: para que tenga suficiente alimento, es mejor que evites todo tipo de pesticidas en tu jardín. 

Ladybug on a finger

Con los conocimientos tradicionales es posible incluso hoy combatir parásitos, cuidar plantas y flores y también cosechar una buena cantidad de frutas y verduras. Y eso de forma muy natural sin la necesidad de utilizar productos químicos. 

Fuente: selbst, franks kleiner garten

Imágenes en miniatura: ©flickr/Lee Haywood ©flickr/mamanat - Alison Squiers Photography

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