6 rasgos de la personalidad que distinguen a las personas impopulares de las populares

¿Eres el alma de la fiesta o el hombre invisible? Aunque no nos gusten, en el fondo los inadaptados sociales nos despiertan un sentimiento de compasión, ya que todos hemos sentido en algún momento que no encajamos en cierto grupo social.  

Sin embargo, también hay hábitos que nos llevan, sin quererlo, a tener serias dificultades para ganarnos el afecto de otras personas, mientras que existe gente que atrae multitudes solo con el poder de su sonrisa. A menudo son los pequeños detalles los que marcan la diferencia entre ser popular o impopular. Al mismo tiempo, sin embargo, la capacidad de caer bien a los demás es un factor esencial para el éxito profesional y la felicidad personal.

Profesionales de la comunicación, como el Dr. Rolf Merkle, han analizado qué características o hábitos de nuestra personalidad deberíamos descartar. Si eres famoso por tener un número elevado de enemigos o gente que no te soporta, aquí te decimos cómo cambiar esta situación.

1. Ser poco auténtico

Sonrisas exageradas y comentarios sobre tus grandes hazañas hacen que tu entorno piense que estás intentando desesperadamente mantener una imagen deslumbrante. La autoironía o una reacción espontánea no existen en tus conversaciones. Las personas que no son auténticas se esfuerzan por complacer a los demás, y al hacerlo se estresan demasiado, lo que también se les nota.

2. Alabarte a ti mismo

"Dime de qué presumes y te digo de qué careces". Este dicho se refiere a aquellos que hablan de sí mismos con un tono arrogante para llamar la atención sobre sí mismos y obligar a los demás a apreciarlos. Nota: demuestra tus habilidades, pero solo cuando sea necesario.

3. No mostrar interés por los demás

Aquellos que siempre encuentran insignificantes las preocupaciones de sus colegas o sus anécdotas de las últimas vacaciones, pierden la oportunidad de socializar con las personas que les rodean. Cuanto más abiertos seamos con los demás, mejor nos sentimos con nosotros mismos. No solo los jactanciosos que se autohalagan se caracterizan por su indiferencia ante los demás, sino que también los melancólicos e introvertidos tienden a centrar sus pensamientos en sí mismos.

4. No valorar a los demás

No importa si lo haces en secreto o en voz alta: quienquiera que señale los errores en los demás antes que sus cualidades rara vez obtendrá la aprobación social. Si, en cambio, te acercas a tu prójimo de manera positiva y valoras sus habilidades, con toda probabilidad te ganarás su confianza. Por cierto, la arrogancia a menudo no es más que inseguridad interna.

5. Ver el mundo de forma negativa

Si el buen humor literalmente se escapa por la ventana cuando cierta persona entra en la habitación, las consecuencias son más graves de lo que piensas. Las personas que solo ven cosas malas en todas partes y se aíslan durante mucho tiempo, suelen robarles mucha energía a los demás.

6. Competencia constante

Más alto, más rápido, más lejos: incluso cuando se trata de estar enfermo, algunas personas siempre lo quieren hacer mejor. Pero a los que les encanta estar en el podio quieren ser la estrella en todo momento y apartar a las personas que pueden hacerles sombra. Obviamente, esta es una conducta rechazada socialmente. Un caso típico de esta forma de competencia es el "sabelotodo", que se pone en ridículo a sí mismo cuando los demás descubren que sus sabios conocimientos son una sarta de tonterías. 

Pero ¿por qué algunas personas tienen estas características más pronunciadas que otras? El Dr. Rolf Merkle explica que estos patrones de comportamiento suelen deberse a una baja autoestima: "Querer ser mejor que los demás, conocerlo todo mejor, exhibirse constantemente ante los demás, estar de mal humor y solo hablar de uno mismo. Esto normalmente solo tiene un objetivo: fortalecer el propio ego y sentirse superior. Así que en vez de presumir hay que hacer todo lo posible por sino por estar en paz consigo mismo y con el mundo".