La limpieza del radiador paso por paso

Por lo general, mientras que nos ocupamos regularmente de la limpieza del piso y las ventanas, la higiene de los radiadores usualmente queda relegada, pues nos parece algo que no tiene sentido limpiar. Pero esto no es tan así: las partículas de polvo que se acumulan en la superficie de los radiadores son, a través del aire caliente que emanan los artefactos, liberadas y repartidas por toda la casa, lo que puede causar irritación en las mucosas de las vías respiratorias y eventualmente provocar resfríos. Además, la eficiencia de la calefacción puede verse reducida hasta un 30% ya que la capa de polvo impide una distribución óptima del calor. 

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De esta forma, un radiador limpio no solo ayuda a mantener un ambiente doméstico saludable, sino que también ahorra energía. 

El mejor momento para limpiar

La limpieza del radiador debe formar parte de una limpieza anual en tu casa. Dependiendo del estado, el radiador debe ser limpiado cada seis o doce meses tanto por fuera como también por dentro. Esto es necesario sobre todo en espacios con una alta humedad (como por ejemplo el baño), en los cuales las partículas de polvo quedan pegadas al cuerpo del radiador. La limpieza interna debe realizarse antes y después de calefaccionar, ya que justamente durante el proceso de calentamiento es cuando más polvo se acumula. 

Cómo limpiar el radiador

Paso 1: Preparación

Antes de comenzar la limpieza, apaga y deja enfriar el radiador. Si tiene una reja en la parte superior, retírala con ayuda de un destornillador. 

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Paso 2: proteger el suelo

Coloca un paño debajo del radiador para proteger el suelo del agua o de alguna pieza que pueda llegar a caer. Procura humedecer levemente el paño para que el polvo quede adherido a su superficie y no se esparza por la vivienda. 

Paso 3: limpieza de la reja

Por su tamaño, las rejas del radiador no caben en el fregadero. Como alternativa, puedes limpiarlo en la ducha, en la tina o en un cubo grande. Si la suciedad no es mucha, puedes utilizar simplemente agua tibia y detergente. En caso de que haya una suciedad más profunda, utiliza productos de limpieza más fuertes, como un limpiador antigrasa. Para acceder a las zonas más difíciles puedes usar un pincel. 

Paso 4: remover el polvo

Comienza removiendo el polvo y la pelusa con ayuda de una aspiradora. Con un cabezal delgado podrás acceder a todos los espacios difíciles. Como alternativa, puedes usar también un secador de pelo, con el que podrás "soplar" el polvo, que luego quedará atrapado en el paño húmedo. 

Paso 5: limpieza interna

Si con una aspiradora no llegas a todas las zonas problemáticas, puedes usar un cepillo para radiadores. Estos se consiguen en tiendas y vienen en diferentes tamaños para diferentes aperturas. 

Si ha pasado mucho tiempo desde la última vez que limpiaste tus radiadores, entonces tal vez podría servirte un limpiador a vapor. Utilízalo con cuidado, ya que puede causar daños en el revestimiento de laca. Además, si recurres a un limpiador a vapor, procura colocar botes o recipientes debajo del radiador para contener el agua y la suciedad que caerán en el proceso de limpieza. 

Paso 6: limpieza de superficies

Para finalizar, es necesario limpiar la superficie del radiador. Utiliza un paño suave y un limpiador para el hogar (por ejemplo, los que utilizas en el baño o en la cocina). Limpia también la válvula y la cabeza del termostato. Para estos lugares alcanzará con que utilices un cepillo de dientes. 

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Distintos modelos de radiadores

Radiadores de panel de acero:

Estos son de los más comunes. Se componen de uno o varios paneles colocados entre las placas. Estos radiadores son difíciles de limpiar, ya que resulta problemático acceder al espacio entre las placas. En este caso pueden ayudarte los cepillos especiales.

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Radiadores de hierro fundido:

Los radiadores de hierro fundido son los modelos más antiguos de calefacción y fueron la base para todos los radiadores actuales. Se componen de varias partes individuales que son recorridas por el agua caliente, de manera tal que pueden adaptarse a diferentes contextos. Estos modelos son en general más fáciles de limpiar, ya que podemos acceder sin problemas a los espacios entre las partes. 

Radiadores de tubo (conocidos como toalleros):

Al igual que los radiadores de hierro fundido, estos modelos se componen también de partes individuales. Como el nombre lo indica, los radiadores toalleros son frecuentemente utilizados en baños con el fin de calefaccionar, pero también de secar las toallas húmedas. 

La limpieza de estos radiadores puede ser dificultosa, ya que el acceso a ciertas zonas es complicado. Aquí también una ayuda puede ser la utilización de cepillos especiales. En el caso de que no puedas acceder a uno, también puedes probar con una pinza y un trapo de cocina. 

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Pintar los radiadores

Si después de una limpieza profunda tus radiadores se ven todavía en mal estado, quizás sea tiempo de darles una pintada. En las tiendas especializadas encontrarás laca para radiadores, que podrás aplicar con un rodillo o un cepillo. Procura leer las instrucciones de la laca: dependiendo de la marca, algunas veces es necesario que la pintura seque completamente antes de volver a utilizar la calefacción. 

Ahora sabes por qué es importante limpiar el radiador y cómo hacerlo de la mejor manera. 

Y ya que estamos en temas de limpieza, pásate por estos artículos de los que seguramente te llevarás uno o dos trucos para hacer de la higiene del hogar algo mucho más fácil.

Fuentes: heizung, obi

Imágenes en miniatura: ©Media Partisans

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