9 mitos comunes sobre la comida que te sorprenderán
Existen tantos mitos, falsas creencias y medias verdades acerca de los alimentos que es difícil seguirles la pista. Algunos de estos errores provienen de historias de boca en boca. Pero a veces son el fruto de estudios no comprobados que han llegado de alguna manera a la atención del público.
Estas falacias se utilizan, a menudo, con pretensiones de hacer negocio y pueden tener graves consecuencias en tu salud. Es por ello que hemos decidido contar la verdad sobre los siguientes mitos sobre los alimentos...
1. La margarina es más saludable que la mantequilla.
Esto no es cierto. El contenido en grasas y calorías de la margarina regular es el mismo que el de la mantequilla. Las investigaciones demuestran que las vitaminas añadidas a la margarina no suelen tener un efecto positivo en la salud. También se ha refutado que la margarina baje los niveles de colesterol, lo que significa que no es en absoluto más saludable que la mantequilla.
2. El azúcar de la fruta es más saludable que el azúcar normal.
De todos es sabido que la fruta es saludable. Sin embargo, el azúcar que esta contiene, conocido como fructosa, puede provocar aumento de peso, de los niveles de colesterol, e incluso de diabetes si se consume en grandes cantidades.
Sin embargo, comer fruta de por sí no hará que tu consumo de fructosa sea peligroso. Solo has de tener cuidado cuando la fructosa se haya utilizado como azúcar añadido en otros productos.
3. Las verduras frescas contienen más vitaminas que las congeladas.
El término "fresco" es relativo. La distancia de campo a campo suele ser larga. Durante esta, se pierden muchas vitaminas y nutrientes. Sin embargo, las verduras se suelen congelar pronto, con lo que sus nutrientes quedan protegidos. Si cultivas tus propias verduras en casa, te aconsejamos congelarlas a menos que vayas a usarlas enseguida.
4. El regaliz es bueno para la libido.
Las mujeres embarazadas también deberían prescindir del regaliz, ya que puede tener efectos negativos en el desarrollo del feto. Así mismo, las personas con tensión alta deben consumirlo únicamente en pequeñas cantidades.
5. Comer salchichas produce cáncer.
Esto también es falso. Aunque algunos estudios sugieren una correlación entre el consumo de salchichas y el cáncer intestinal, los resultados solo se basan en las autoevaluaciones de los participantes. No está claro si otros factores entran en juego.
Es cierto que es buena idea comer menos salchichas y otras carnes rojas. Sin embargo, hay que ser precavidos con estudios cuestionables basados en resultados insuficientes.
6. Las dietas estrictas ayudan a perder peso.
Es parecido a dejar de fumar: quien quiere perder peso a menudo se pone reglas demasiado estrictas y cambian sus hábitos de forma demasiado abrupta. A menudo estos intentos de perder algo de peso fracasan debido a estos cambios drásticos. Un enfoque más inteligente es establecer objetivos semanales e ir acabando con los malos hábitos de forma progresiva.
7. Los carbohidratos engordan.
Las dietas bajas en carbohidratos están ahora de moda. Algunas incluso funcionan; de igual forma que cualquier otra dieta.
El problema es que se necesitan algunos carbohidratos en nuestra dieta. Los alimentos que contienen carbohidratos son a menudo aquellos que nos dejan satisfechos y contienen muchos nutrientes importantes, como las fibras.
8. Lo crudo es mejor que lo cocinado.
No hay estudios serios que apoyen esta teoría. Es cierto que muchas vitaminas solubles en agua se pierden al cocinar. Sin embargo, la comida cocinada contiene un montón de nutrientes importantes que no están presentes en los alimentos crudos.
Todas las culturas del mundo se alimentan tanto de alimentos crudos como cocinados. Este parece el mejor método.
9. La gente obsesionada con comer saludable llevan vidas más saludables.
Comer de forma saludable se ha convertido en una especie de religión. Muchos buscan un estilo de vida más saludable, celebran el momento de comer e invierten mucho dinero y tiempo en su alimentación.
Sin embargo, esto no siempre es bueno. Por un lado, cada vez se tiende más a seguir ideologías nutricionales parciales. Cada persona reacciona de forma diferente a la comida debido a las diminutas diferencias genéticas en el metabolismo. Por tanto, no es sorprendente que las recomendaciones sobre salud por parte de los organismos oficiales sean a menudo tan vagas.
También existe el riesgo de desarrollar anorexia por causa de esta obsesión por la comida.
Como siempre, se trata de encontrar el equilibro de alimentos y cantidades. Estas, por supuesto, varían de persona a persona. Ya hemos comprobado que las generalizaciones no ayudan a nadie.