Transforman una vieja mesa en un arenero
Los mercadillos y rastros que montan tus vecinos no solo son sitios ideales en los que criticar y cotillear sus pertenencias. También pueden estar llenos de tesoros escondidos, especialmente muebles viejos. Y estos a lo mejor ya no lucen tan bien como cuando estaban recien salidos de fábrica, pero con un poco de esmero e imaginación les puedes dar una vida nueva. Eso fue justo lo que hizo Anita Holland, de Australia. Se compró un escritorio por 20 dólares en un mercadillo. Aunque tenía pinta de que estaría mejor en el vertedero, ella vio el potencial del mueble, y pensó que podría servirle a su sobrina con unos retoques aquí y allá. Publicó su transformación paso por paso en la página web "Instructables", bajo el seudónimo Anita H25.
Aquí la foto del "antes", en la que vemos un escritorio triste y usado:
Pero ahora empieza la parte divertida. Anita marcó una parte en la superficie del escritorio, que luego cortó. Después pondrá algo muy importante ahí, así que tuvo mucho cuidado con no equivocarse en las medidas.
Ya que su sobrina tiene solo dos años, Anita decidió bajar un poco la altura del escritorio. Para hacer esto, tuvo que deshacerse de los tres cajones. Así la pequeñina podrá llegar a la parte de arriba fácilmente.
A continuación añadió una tabla entre las patas del escritorio para ocultar lo que le insertará después. El cajón de arriba no servirá para nada en la versión final, por lo que solo volvió a pegar la parte delantera para que no quede mal, solo por motivos estéticos. El de abajo sí que servirá para guardar juguetes y demás tesoros, así que lo dejó intacto.
¡Ya tiene mejor pinta! Anita pintó la madera de marrón oscuro y le dio una capa de barniz impermeable para poder poner la invención al aire libre. Luego, puso una bañerita de plástico en el agujero de encima del escritorio y la llenó de arena. ¡Tacháaan! Una mesita con un arenero para que la peque de la casa se lo pase pipa.
Y cuando su sobrina termina de jugar, pone la tapadera y todo se queda en su sitio.
¡Qué gran idea! No me imagino a muchos niños con algo así en casa. Es la gracia de ponerte a hacer cosas por su cuenta, que posiblemente a nadie se le haya ocurrido antes. Anita es la mejor tía de su ciudad sin duda, con la de tiempo y amor que invirtió en este proyecto. ¡A veces solo necesitas un poco de imaginación aquí y allá para crear algo fantástico a partir de algo viejo y aburrido!