6 razones por las que las tinas vienen con medidas incómodas

Toda persona conoce esta escena: el agua en la tina está caliente y uno está preparado para relajarse. Sin embargo, luego de que nos metemos, entramos también en un aprieto: dentro de la tina parecemos gigantes. Si nos queremos recostar completamente, entonces las rodillas sobresalen del agua; si queremos estirar las piernas, entonces tenemos que salir con el torso. Da igual para qué costado uno gire o se mueva, una parte del cuerpo siempre estará fría, arruinándonos el momento de relajación.

Y es que, aunque haya tinas más grandes, la norma es la tina de menor tamaño que el de un adulto promedio. ¿Te preguntaste alguna vez por qué? Esta es una pregunta que ocupa a todos los hombres del mundo y sin embargo no hay una respuesta contundente. En este artículo te mostramos 6 factores que probablemente hayan contribuido al tamaño reprochable de las tinas.

1. Motivos históricos

Las primeras tinas del mundo datan de hace 3.000 años en la antigua Grecia. Sin embargo, las tinas como las conocemos hoy en día se crearon hacia mitad del siglo XVIII en los Países Bajos y se expandieron rápidamente hacia Inglaterra. Estas tinas estaban hechas principalmente de hierro fundido o de caolín (una arcilla blanca muy pura que se utiliza en la fabricación de porcelana). De haber tenido un tamaño más grande, hubieran sido extremadamente caras y también pesadas. Además, a causa del diseño de las viviendas en esa época y de la falta de herramientas de carga, hubiese sido extremadamente difícil acomodar unas tinas más grandes en las casas o subirlas hasta pisos demasiado altos.

2. Ahorro de espacio

Por lo general, los baños son espacios más bien pequeños. Por eso es importante utilizarlo de manera eficiente. Las medidas de las tinas varían de acuerdo a los países, pero por lo general no superan los 170 centímetros de largo y los 75 de ancho. Eso es suficiente para que un adulto promedio pueda recostarse levemente hacia atrás y sumergir las piernas en el agua.

3. Seguridad

Tomarse un relajante baño en la tina es una experiencia placentera. Sin embargo, el peligro de que la relajación sea tal que uno termina durmiéndose -sobre todo después de un vaso de vino tinto- es grave. Y más aún cuando la cabeza se sumerge en el agua. Es por esto también que las tinas son más pequeñas. Así, el riesgo de ahogo se minimiza, ya que los pies funcionan como sostén y evitan accidentes trágicos.

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4. El tema de los costos

En caso de tener tinas más grandes, también serían muy grandes los costos de agua y electricidad necesarios para llenarla con agua y calentarla. Además, las medidas estándar actuales posibilitan costos de fabricación bajos, creando una oferta de tinas a precios bajos.

5. Aspectos culturales

Otro motivo de por qué las tinas son tan pequeñas es que hoy en día la mayoría de las personas prefiere ducharse. No tiene mucho sentido invertir tanto dinero y materiales en tinas grandes. En estas épocas donde el tiempo es oro, una ducha rápida se adecua mucho mejor a las necesidades cotidianas que un baño en una tina. Además, otro aspecto a considerar es el de la preocupación por el medioambiente: muchas personas prefieren ahorrar agua duchándose en lugar de llenar completamente una tina.

6. Recuerdos de la infancia

En muchas partes del mundo se asocia a las tinas más con niños que con adultos -por lo menos en lo que refiere a la higiene cotidiana-. Debido a su tamaño, los niños caben mejor que un adulto y por eso se hace innecesario tener tinas más grandes. Además, para muchas personas, tomarse un baño en una tina se siente como algo del pasado.

La próxima vez que tomes un baño y desees con toda tu alma tener 15 centímetros extra para tus pies, recuerda que las tinas tienen esas dimensiones a propósito: no solo te hacen ahorrar dinero y agua, sino que también te protegen de accidentes y posibilitan que tengas más espacio en el baño.

Fuentes: brightside, bestglitz

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